¡Adiós, año cruel!

Te miro de principio a fin y no encuentro nada por lo que deba llorar tu muerte inminente. Para quienes vivimos en Canarias has sido un año cargado de malas vibraciones políticas y has terminado dinamitando un pacto de gobierno que, es verdad, se había cimentado sobre arenas movedizas. Nos abandonas a una etapa de incertidumbre que nos obligará a perder más tiempo y energías en la mala política en lugar de dedicarlo a las cuestiones que tú has sido incapaz de resolver. Por tu culpa no hemos parado de hablar de pactos en cascada y de dar vueltas a la noria del ITE y su reparto. Y todo eso, para terminar prácticamente en el mismo sitio por el que deberíamos haber empezado. Y no contento aún, también te has permitido abochornarnos con esperpénticos episodios de jueces contra jueces y de políticos contra jueces con el concurso entusiasta de algún empresario más ubicuo que la caja del turrón.

No has parado un solo día de traernos turistas y no digo yo que eso no lo hayas hecho bien e incluso muy bien. Lo que digo es que puedes habernos colocado muy cerca del punto en el que ya no haya cama para tanta gente y a ver qué hacemos entonces. Pero si con el número de turistas has sido espléndidamente generoso, con la cantidad de empleos que has creado y con la calidad de los mismos has sido mezquino y cicatero.También diste tus primeros pasos asegurando que lo peor de la crisis había pasado pero no has hecho gran cosa para que haya mucha menos gente dependiendo de Caritas, Cruz Roja o los bancos de alimentos para poder comer. 


Hay gente enferma a la que le dan cita con el especialista para 2019 y hay más de 9.000 ciudadanos a los que llevas haciendo esperar por una operación más de seis meses. También has vuelto a fracasar con los dependientes, que confiaban en que sabrías compensarles por la espera para percibir la ayuda que tienen reconocida. Nuestros chicos y chicas  se han vuelto a situar a la cola de España en rendimiento escolar y no será porque no se te advirtiera severamente hace tiempo que así no podíamos seguir y que había que actuar para salir del vagón de cola educativo.

Me dirás que – como el famoso entrenador de fútbol – lo veo todo negativo y que hay también cosas que han mejorado contigo. Me hablarás de que hay buena “sintonía” con Madrid para que las cosas mejoren y no se nos trate como a ciudadanos de tercera división. Sin embargo, yo no tendré más remedio que recordarte a Quevedo y decirte que nadie ofrece tanto como el que no va a cumplir aunque, sinceramente, espero equivocarme.

Hablando de Madrid, nos has dado la gran murga del siglo: prometiste que con la nueva política todos seríamos más guapos, listos y mejores personas y nos has martirizado con diez meses de política basura para que, un año después, siga gobernando el mismo, aunque menos desahogado, y los que cobramos algo sigamos cobrando lo mismo. Los que siguen sin cobrar nada y que siguen siendo muchos no tienen otra opción que sumergirse para vivir mientras tu has silbado mirando al tendido. También nos has vuelto a echar un montón de porquería corrupta a la cara y nos has puesto en prime time a los otrora próceres de la patria negando ante el juez las evidencias de su asalto a la lata del gofio. Y no sigo porque me indigno y no son fechas para eso.

Si miro a esos mundo de Dios tampoco puedes sentirse satisfecho de la cosecha. Has provocado bárbaras matanzas de gente pacífica en medio mundo y, mientras te preguntabas si eran galgos o podencos, 5.000 personas se han ahogado en el Mediterráneo intentando llegar a una Europa a la que de propina le hiciste un corte de mangas en el Reino Unido. Has sido tan ruin que nos has puesto a un peligroso descerebrado al frente del país más poderoso del mundo mientras te llevabas a gente como Leonard Cohen, Prince, George Michael, David Bowie, Boulez, Harnoncourt, Umberto Eco, Malefakis, la inmortal princesa Leia y, encima, al entrañable Pepe Macías.

Debes reconocer que has sido un mal año por estéril, por violento y por turbio. Habrá que desear que tu heredero 2017 sea más diligente y eficaz en la solución de la pesada herencia que estás a punto de dejarle. En cuanto a nosotros, has frustrado muchas de las esperanzas que pusimos en tu nacimiento. Lo mejor de todo es que sólo te quedan dos telediarios.  

Hernando y Hernando

No es una marca de camisas o de zapatos, no son hermanos y ni siquiera militan en el mismo partido. Hernando y Hernando forman la pareja política de moda desde hace algunas semanas. Se les ve juntos a toda hora, comen juntos, negocian juntos y pactan juntos y por lo general solos. Antonio Hernando, portavoz socialista en el Congreso, y su homólogo del PP, Rafael Hernando, parecen haber tomado en sus manos la tarea de hacer renacer de sus cenizas el bipartidismo que hace un año otros dieron por muerto y enterrado. A la vista está que quienes certificaron su defunción y lo enviaron al cajón de la historia, cantando victoria a destiempo, no han hecho bien su trabajo.

Con discreción y sigilo, Hernando y Hernando cierran acuerdos sobre aspectos relacionados con los próximos presupuestos del Estado o sobre la pobreza energética y los dan a conocer al resto cuando lo único que falta es hacerse la foto. La estrategia tiene  jurando en arameo a la gente de Ciudadanos y a la de Podemos más pendiente de sus batallas caseras que de dar trigo. En el partido naranja no gusta un ápice que la única fuerza que tiene un pacto con el PP se vea relegado al papel de figurante y en la formación morada, a falta de algún cielo mejor por conquistar, se pelean a ver quién conquista el poder en el partido. Ciudadanos amenaza con romper un acuerdo que el PP cada vez parece necesitar menos, y a Podemos solo le queda el derecho a la pataleta para intentar convencernos de que la única oposición fetén es la de Pablo Iglesias.


Ignoro si Hernando y Hernando harán del bipartidismo el ave fénix de la política española pero por ahora le están insuflando suficiente oxígeno como para que vuelva a respirar. A los partidos de ambos les favorece este arrobamiento: relega políticamente a sus respectivos rivales y envía a los ciudadanos un mensaje de responsabilidad en los grandes asuntos de estado después de casi un año en el que lo que menos preocupó a todos fue el interés general. Quien más difícil lo tiene es el Hernando socialista, al que muchos dentro y a la izquierda de su partido no le perdonan que cambiara el “no es no” a Rajoy por un “donde dije digo, digo Diego”.

Es innegable que el Hernando del PSOE hizo un papelón en la investidura de Rajoy, pero no es menos cierto que quien le llama traidor buscaba ganar la plata en los terceros juegos electorales en un año. Hernando tiene  ahora que demostrar dotes para el funambulismo para caminar por el delgado alambre que en el PSOE separa la oposición del apoyo al PP mientras su contraparte, el Hernando popular, tendrá que ceder en algunas cosas para salvar lo que pueda de la legislatura en la que Rajoy apisonó a la oposición. En este juego es obvio que el PSOE busca evitar nuevas elecciones hasta que recupere fuerzas y el PP quiere aprovechar esa debilidad para que una oposición mayoritaria no haga tabla rasa de sus adoradas reformas.

Los compromisos a los que PP y el PSOE han llegado estos días sorprenden tanto porque los españoles tenemos un déficit político que seguimos sin enjugar después de más de 40 años de democracia: en un sistema democrático, tanto si hay mayorías absolutas como si no, la voluntad de los ciudadanos expresada en las urnas sólo se puede encauzar a través del diálogo y el acuerdo en una dinámica en la que los partidos deben renunciar a parte de sus planteamientos en aras del interés general. Pretender conquistar el cielo desde el maximalismo irreductible termina consiguiendo el efecto contrario al deseado: que el cielo lo conquisten Hernando y Hernando y a ti se te empiece a ver y a escuchar menos que en un día cerrado de calima.