La mano paralizada de Rajoy

Hace apenas unos días, el aún presidente del Gobierno y del PP Mariano Rajoy prometió que no le temblaría la mano si se descubrían irregularidades en su partido. Fue a propósito de la aparición de una hucha con 22 millones de euros que Luis Bárcenas tenía en Suiza fruto de sus desvelos para la vejez a la vista de cómo se presenta el panorama de las pensiones y de que empezaran a circular informaciones de sobresueldos en el PP, de los que el propio presidente aparece como perceptor. 

De eso hace ya casi dos semanas y a la vista de lo que ha hecho Rajoy en todo este tiempo a pesar de la acumulación de evidencias de financiación irregular y pagos opacos a dirigentes y cargos públicos del PP, sólo cabe concluir que el presidente tiene completamente paralizada la mano de acabar con las irregularidades. O se le ha dormido o se la han atado a la espalda. Tengo para mí que es seguramente lo segundo. No sólo es que no haya firmado su propia dimisión que ahora le pide hasta el siempre constructivo Alfredo Pérez Rubalcaba, quien no debería levantar mucho la voz ni ponerse muy gallito a la vista del fuerte olor a cerrado en su partido y a la esperpéntica historia de Amy Martin y sus artículos sobre cine nigeriano a 3.000 euros la pieza para la Fundación Ideas. Por no citar los ERES andaluces y otros sabrosos relatos para no dormir.

La cuestión es que Rajoy ni siquiera se ha atrevido a firmar la destitución fulminante de su ministra de Sanidad de la que ahora se sabe con certeza que recibió costosos regalos, billetes aéreos, alquiler de coches y hasta una tonelada de confetis de la trama Gürtel para ella y su ex marido, el cual guardaba además en el garaje del domicilio familiar un flamante Jaguar que ella nunca vio y que debieron de haber dejado allí los Reyes Magos. Tal vez le convendría que le revisara la vista un competente oftalmólogo, privado, por supuesto.

Ana Mato, la ministra del copago, el repago y los recortes sanitarios para garantizar una sanidad pública, universal y de calidad, resulta así alcanzada directamente por la mayor red de corrupción política y financiación irregular de partidos que ha visto España desde los tiempos de FILESA. A la vista de que no tiene intención alguna de dejar de velar por nuestra salud y bienestar, el presidente no sólo no le ha dado la baja permanente en el Gobierno sino que la ha animado a que continúe en su puesto. Todo un ejemplo de lo firme y rápida que es la mano de Rajoy cuando se trata de acabar con las irregularidades en su partido.

Váyase, señor Rajoy

Dimita ya, señor Rajoy. Regrese a su bien remunerado puesto de registrador de la propiedad y mejore su maltrecha situación económica. Aunque, en realidad me importa un bledo que gane menos en la política. Es más, no me lo creo. Los españoles hemos aprendido en carne propia lo que vale su palabra y no espere que empecemos a creer en ella justo en estos momentos.

En cualquier caso, no me cuente su vida triste. Lo que tenía que haber hecho era demostrar ante todos los españoles que no llegó Usted a la política para enriquecerse ilícitamente y enriquecer por el mismo modo a los que le rodean. Ha tenido usted tiempo suficiente para hacerlo pero no ha querido o podido. No lo sé ni me importa. A los hechos me remito y estos, a día de hoy, son los que aparecen en los medios de comunicación. 

Sí sé que ha preferido enviar a su ventrílocua Cospedal a negarlo todo sin aclarar nada. Usted mismo, que debió ser el primero en dar la cara, se escondió ayer como un ratón asustado detrás de un video para pronunciar un soliloquio patético y victimista. Su crédito, ya al límite antes de las últimas informaciones, presenta ahora elevados números rojos. Si cree que enseñando unas cuantas declaraciones del IRPF, mostrando una increíble auditoría interna y haciendo un par de declaraciones solemnes pasará la tormenta, es que nos vuelve a tomar por imbéciles.

Este no es un episodio más de corrupción a la que por desgracia tan acostumbrados estamos en España, es la corrupción en todo su hedor y Usted aparece salpicado de manera muy directa. Perdone, no es nada personal, pero me ocurre como a otros muchos españoles: no le creo, no me inspira confianza ni Usted ni muchas otras personas de su partido en donde, sin embargo, estoy seguro de que la mayoría es gente honrada.

Usted ocultó su programa electoral y engañó a todo un país prometiendo no hacer lo que después ha hecho. Su seguidismo político y económico de lo que deciden Berlín y los mercados tiene a España sumida en su más grave crisis económica y social en décadas. Pero fíjese que hasta comprendo porque ha actuado Usted así después de recibir la confianza de la mayoría de los electores. Puede decirse que es su carácter como lo es el del escorpión picar a la rana que le ayuda a cruzar el charco: sencillamente no lo puede evitar.

Sin embargo, las últimas informaciones que han escandalizado a este país aturdido con sus recortes y que Usted no ha demostrado que sean falsas, han acabado con toda su autoridad moral para hablar de la corrupción de los demás y proponer pactos contra ella. Me atrevo a decir que su legitimidad política para seguir al frente del Gobierno de un país serio como éste, o que por lo menos quiere serlo, también ha caducado. Debe irse cuanto antes.

Pero primero vaya Usted al Congreso de los Diputados a rendir cuentas. Después, dé la cara ante los medios de comunicación y conteste a todas las preguntas de todos los periodistas que quieran preguntarle. Regrese entonces a su despacho de registrador para que podamos olvidarnos de Usted lo antes posible, sin que ello sea óbice para que asuma las responsabilidades no políticas a las que hubiere lugar.

Cuanto antes se valla antes podrá empezar a ver este país brotes verdes y no sólo en la economía, también en la transparencia en el manejo de las cuentas públicas y el respeto a la palabra comprometida con los ciudadanos. Hágale un gran servicio a España y a los españoles y dimita.

Sobrecarga en el PP

Al PP están a punto de saltársele los fusibles. La intensidad del caso de los sobresueldos unida a la regularización fiscal del dinero que el ex tesorero Bárcenas ocultaba en Suiza y que blanqueó con el primor de quien usase zumo de limón, tienen al partido y al Gobierno ante uno de los trances más comprometidos de su historia.

Sin embargo, en lugar de dar explicaciones claras y convincentes para intentar al menos rebajar la intensidad de la descarga que se avecina con la Fiscalía anunciando que investigará el caso, opta por escudarse en la negación sistemática y por matar al mensajero contra el que se esgrimen todo tipo de amenazas judiciales. ¿Y las pruebas que demuestran que es falso lo que publicó EL PAÍS ayer después de que lo adelantara unos días antes EL MUNDO – aunque sin papeles manuscritos de por medio? ¿Se querellarán también el PP y los miembros de la lista de Bárcenas contra el diario de Pedro J.?

Dolores de Cospedal afirmaba hace unos días que “no le constaban” sobresueldos en el PP y casi se tomaba a coña la noticia. En su lamentable comparecencia de ayer en la que impidió que preguntaran los periodistas de EL PAÍS – otro gesto suyo de transparencia – afirmó sin embargo que no existen los sobresueldos, que contabilidad en el PP sólo hay una y ésta es limpia, legal y transparente como los chorros del oro. Estamos por tanto – dijo - ante una invención que sólo quiere hacer daño al partido que está intentando crecer y crear empleo para sacar a España de la crisis. Una irresponsabilidad y un cruel gesto de incomprensión hacia sus desvelos por los problemas de los españoles, vamos.

Para la mano derecha de Rajoy en el PP, que el presidente del Senado, Pío García Escudero, haya admitido que recibió un crédito del partido que luego devolvió, no significa que sea cierto que todos los demás que aparecen en la lista de Bárcenas también recibieran sobresueldos de oscura procedencia - ¿tal vez jugosas comisiones por grandes contratos públicos? - a los que no se sabe si se le aplicaron las oportunas retenciones y si los perceptores los declararon a Hacienda. Ocurre, sin embargo, que además de García Escudero también lo han reconocido ya Jaime Ignacio del Burgo, Jaume Matas y, previamente un ex diputado del PP. Y los que previsiblemente podrían hacerlo en las próximas horas.

Para Cospedal, que también aparece en la ya famosa lista como perceptora de jugosos sobresueldos, todo lo que no coincida con su versión oficial de los hechos simplemente es falso y sólo pretende dañar al verdadero partido de los trabajadores, como ella misma lo definió en una feliz ocasión. Ella y su partido siguen haciéndonos creer que la ridícula auditoría interna dirigida por una funcionaria del PP a la que seguirá otra externa aún sin responsable ni fecha, esclarecerá de verdad lo ocurrido y volverá a resplandecer el sol en las finanzas populares. Debe pensar, y seguramente lo piensa, que somos tontos.

Mientras Cospedal lo niega todo sin aclarar nada, el presidente del PP y del Gobierno se atrinchera en La Moncloa como si la cosa no fuera con él y no apareciera en la lista Bárcenas como perceptor de un sobresueldo de 25.000 euros anuales durante 11 años. Mañana reunirá con urgencia a sus varones pero ni siquiera se sabe si será él quien salga a dar explicaciones y anunciar acciones contundentes y convincentes para esclarecer las cosas, o volverá a ser Cospedal la que se encargue una vez más de intentar convencernos de que la caja de fusibles del PP no está a punto de arder. Mas no es en el PP en donde Rajoy debe dar explicaciones respecto de la procedencia del dinero de los sobresueldos, incluido en primer lugar el suyo, y si es negro, grisáceo o blanco. Es en el Congreso de los Diputados en donde los españoles exigimos que comparezca cuanto antes. El gravísimo caso de financiación irregular del PP y sobresueldos de presunta procedencia ilícita posiblemente pagados al margen de la Hacienda Pública y de la Seguridad Social tiene que debatirse y aclararse en la sede de la soberanía nacional.

El partido que iba a sacar a España de la crisis más pronto que tarde, el de la austeridad en los sueldos públicos y el de los recortes sociales que, además, se proponía regenerar la vida política de este país, carece en estos momentos de la mínima autoridad moral para dar lecciones de transparencia y moralidad y, en consecuencia, para ofrecer pactos contra la corrupción a nadie. Al menos hasta que no depure las responsabilidades que se adivinan tras las informaciones periodísticas y los documentos judiciales de los últimos días, incluida la del propio presidente del Gobierno. Y si se quema definitivamente la caja de fusibles del PP, que se queme. Así no podemos seguir.