Quevedo, solo ante el peligro

Tras horas han tardado hoy Pedro Quevedo y Cristóbal Montoro en no ponerse de acuerdo “prácticamente en nada”. Del meritorio récord del diputado de NC y del ministro de Hacienda han participado la vicepresidenta Sáenz de Santamaría y el ministro de Industria, Alberto Nadal. No conozco personalmente a Montoro pero sospecho que una reunión de tres horas con él es de esas experiencias que te marcan para toda la vida. Se lo preguntaría a Quevedo si respondiera a los whatsapp o a las llamadas pero últimamente está tan ocupado presidiendo peliagudas comisiones de investigación, negociando presupuestos del Estado y ordenando el tráfico de cruceros en el Puerto de La Luz que ni caso les hace a esos requerimientos.

El cotizado diputado 176 se personó esta mañana en La Moncloa revestido de hombre de estado con un grueso tocho de enmiendas presupuestarias bajo el brazo de las que quiere obtener todo el aceite posible. Sin embargo, a tenor de sus propias declaraciones tras el extenuante encuentro, tengo la sensación de que se ha encontrado con un hueso bastante duro de roer. Pedir 450 millones de euros más en los presupuestos y de propina una reforma del sistema electoral canario es un órdago de los que hacen época y que nos ha traído a la memoria el poder que en ocasiones ha tenido en Canarias el diputado 31 del Parlamento autonómico.

“Tengo la sensación de que Quevedo se ha encontrado con un hueso bastante duro de roer”.

Lo de los millones podría ser asumido sin grandes problemas por Montoro, quien no tuvo dificultades en cerrar un acuerdo con el PNV por un importe  de 5.000 millones de euros, una cifra mucho más abultada que la que piden NC y CC juntos y que sumaría unos 1.000 millones en el supuesto de que Quevedo consiguiera hacer saltar la caja fuerte de Hacienda. Ahora bien, lo de la reforma del Estatuto de Autonomía de Canarias y los cambios en la ley electoral de las islas que pide Quevedo para apoyar los presupestos introduce una cuña entre el Gobierno central y CC, valedora de las cuentas de Montoro, que huele a cuerno quemado en la otra cosa nacionalista canaria.


Creo que pecan de excesivo optimismo quienes ya ven en el papel que están jugando los dos diputados nacionalistas canarios una suerte de reverdecimiento de los laureles de antaño cuando incluso se disfrutaba de grupo político propio en la cámara. La realidad es más bien otra y habla ante todo de una aritmética parlamentaria coyuntural que beneficia esas posiciones  y no del reforzamiento de un nacionalismo canario a día de hoy dividido y sin visos de unidad ni a corto ni a medio plazo.

“NC ha visto una oportunidad histórica que tal vez no vuelva a tener en mucho tiempo”.

No me cabe duda de que NC ha visto la oportunidad histórica que tal vez no vuelva a tener de aprovechar la privilegiada posición política del diputado 176 para subirse a la higuera de las exigencias a Montoro que tiempo de bajar de ella habrá. Dicho de otro modo, explotar hasta el final y más allá la atención mediática que esa posición recibe y presentarse ante los canarios como la fuerza política que fue capaz de arañar a los presupuestos del Estado unos cuantos millones más para las islas que los que logró la otra fuerza nacionalista y sin embargo rival político.   

Veremos hasta dónde ceden Montoro y Quevedo en este pulso aunque sospecho que ambos tendrán que dejarse algún pelo en la gatera para alcanzar un acuerdo y luego ya veremos cómo lo adobamos ante la opinión pública  para que nadie aparezca magullado. Lo que no creo es que Quevedo termine pulsando el botón de votar no cuando toque decidir en el Congreso sobre los presupuestos salvo que le apetezcan unas nuevas elecciones generales, que no creo, que animen el aburrido cotarro político de este país. No obstante, ahora que Quevedo ya ha pegado la hebra con Montoro debería llevarse a Román Rodríguez a la próxima reunión:  se equilibrarían las fuerzas estatalistas y nacionalistas y no se vería de nuevo tan sólo ante el peligro de ser abducido por los reconocidos poderes de Montoro de darte con una mano lo que te quita con la otra. 

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