Pensionazo

No debe hacer el Gobierno español esfuerzos tan excesivos como el de la subida de las pensiones para el año que viene porque corre el peligro de herniarse. Subir el 0,25% lo que recibirán el año que viene los jubilados de este país es un derroche de generosidad que, mucho me temo, no recibirá la gratitud que merece. Es verdad que se trata de la subida mínima prevista en la fórmula que el propio Gobierno cocinó, guisó y se comió sin consultarla con nadie pero, de qué otra manera puede España pagar la deuda pública, devolver el dinero utilizado para salvar a la banca y, además, salir de la crisis.

Los ingratos pensionistas ya se le están echando al cuello al Gobierno y quejándose de que la subida no les va a dar ni para un cafelito a media mañana con los colegas. Calculan que en una pensión de unos 800 euros mensuales – una cantidad a todas luces desorbitada – la subida del Gobierno apenas les reportará unos 14 euros más al mes. Con esa miseria – se lamentan – ni podrán jugarse unos cartones en el bingo o darse un garbeo campestre algún que otro fin de semana y fiestas de guardar. No digamos nada de acoger en casa a hijos y nietos sin trabajo y apoquinar los copagos que discrecionalmente va aplicando la ministra de Sanidad.

Encima de pasarse el día en los parques sesteando y dando de comer a las palomas, estos egoístas jubilados no quieren entender que sin su imprescindible sacrificio, sumado al de los congelados empleados públicos y a los ateridos empleados privados, España nunca saldrá de la crisis. Por eso, están fuera de lugar sus jeremiadas advirtiendo de que la subida o “revalorización” de las pensiones, como con notable propiedad la llama el Gobierno, se quedará muy por debajo del IPC previsto para este año.

Calculan los muy perversos que el coste de la vida se pondrá este año en al menos el 1,5%, aunque los más cenizos creen que puede acercarse al 2%. Pasan raya, suman y llegan a la conclusión de que si sus pensiones suben sólo el 0,25% su pérdida de poder adquisitivo se recortará como mínimo el 1,25%. Recuerdan, además, que las pensiones ya se congelaron con Zapatero y con Rajoy subieron por debajo del IPC. Así que – concluyen – perdemos poder adquisitivo a marchas forzadas y la subida anunciada para el año que viene sólo sirve para profundizar en esa misma línea.

Insaciables e insolidarios con las sagradas necesidades de la banca y con el pago de la deuda piden más y más. Mas no debería el Gobierno prestar oídos a estos profesionales del lamento que son los pensionistas: debe continuar con sus reformas estructurales para crecer y crear empleo, debe continuar ayudando a los bancos, debe seguir presionando los salarios a la baja con nuevas vueltas de tuerca en la reforma laboral y debe seguir aplicando copagos y consolidando los incrementos fiscales que nunca iba a subir y ahora nunca piensa bajar. 

Es la hoja de ruta de la que este Gobierno no debería apartarse ni un milímetro porque es la que nos sacará de la crisis económica. Con suerte, cuando eso ocurra, los que hoy patalean por lo que consideran exigua subida de las pensiones en vez de estar eternamente agradecidos por el ímprobo esfuerzo que hace el Gobierno, puede que ya hayan dejado de preocuparse definitivamente por las miserias de este mundo. Sólo hay que aguantar el tirón, no dejarse amedrentar y, sobre todo, no hacer esfuerzos excesivos ahora que en España ya empieza a amanecer.

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