Frau Merkel y Herr Rajoy: tanto monta monta tanto

Dijo ayer Angela Merkel que está “impresionada por la profundidad y la consistencia” de las reformas que está aplicando Mariano Rajoy en España para salir de la crisis. Que alguien de carácter tan granítico e inflexible como Merkel se impresione es una buena vara para medir lo impresionados que estamos los españoles que tenemos que sufrir en nuestros bolsillos esas mismas reformas que nunca se iban a poner en práctica.

Envalentonado ante un apoyo tan nítido a unas medidas que le vienen impuestas por la propia Merkel, Rajoy hizo de hooligan merkeliano y volvió a tirar de esa irritante frasecita que suelta ya a cada rato sin el más mínimo rubor: “sabemos que son medidas duras, difíciles de entender y que no nos gustaría tomar, pero es lo que hay que hacer y lo vamos a seguir haciendo porque es el único camino para volver a crecer y crear empleo”. Y la dice así, una y otra vez, palabra por palabra, sin tomar resuello y haciendo bueno el principio de que una mentira mil veces repetida se convierte en verdad a oídos de quienes la escuchan.

Rajoy y Merkel protagonizaron ayer otra de esas reuniones históricas, trascendentales, decisivas, claves y fundamentales para el futuro del euro de las que hemos tenido varios centenares desde que comenzó la crisis y que, una tras otras, han acabado como el parto de los montes: pariendo un ratón muy pequeñito. Aunque la de ayer no llegó ni a eso ya que, después de dos horas de reunión, ambos ofrecieron la rueda de prensa más narcotizante que uno recuerde en mucho tiempo, llena de tópicos, frases manidas, medias verdades y mentiras completas.


Ni un sólo mensaje de esperanza, ni una frase que infundiera algo de ánimo y alentara la confianza en que tantos y tan duros sacrificios y renuncias tienen algún sentido y terminarán más pronto que tarde, se escuchó en esa prescindible rueda de prensa de ayer; nada tampoco que sonara a medidas para reactivar la economía y para cargar los costes de la crisis sobre quienes la han provocado y sobre quienes más tienen.

A Merkel sólo parece preocuparle que continúen los recortes y ajustes, además de la pésima imagen que de ella y de su sadismo fiscal tenemos los españoles, por no mencionar la declarada germanofobia que arraiga ya entre los griegos. Y a Rajoy lo único que le interesa es quedar bien ante su jefa y anunciar que nos va a seguir suministrando la misma medicina de ajustes y recortes hasta que nos aprendamos todas las óperas de Wagner de carrerilla.

A su pesar, el protagonismo mediático de la enésima reunión histórica sobre la crisis se lo robó el ojeroso Mario Draghi, que con cara de enterrador anunciaba que el Banco Central Europeo comprará deuda soberana de países como España si estos lo piden y a cambio, cómo no, de estrictas condiciones macroeconómicas. Eso se llama rescate, lo llame como lo quiera llamar en su momento el propio Rajoy y sus expertos ministros en neolengua.

Falta saber si Merkel dará el visto bueno, cuándo se decidirá Rajoy a pedir el rescate y cuáles serán esas estrictas condiciones. Respecto a lo primero, la canciller respondió con calculada ambigüedad, así que cabe esperar tanto el visto bueno a la compra de deuda pública por el BCE como todo lo contrario, en cuyo caso el rescate se precipitaría.

En cuanto a lo segundo y en el caso de que la respuesta sea favorable, no hace falta ser un gurú de la economía de los que tanto abundan últimamente para intuir que las “estrictas condiciones” de las que habla Dragui implicarán un nuevo hachazo al estado del bienestar, en este caso con las pensiones como objetivo a batir. Dijo Rajoy que no tiene intención de tocar las pensiones “de momento”, aunque ya sabemos todos por experiencia que los “momentos” del presidente suelen ser muy breves. 

Rajoy necesitaba tiempo para capear la tormenta de la prima de riesgo a la espera de que pasen las elecciones gallegas y vascas, tal y como hizo con los Presupuestos de este año y las elecciones andaluzas. El anuncio del Banco Central Europeo y el apoyo de Merkel se lo conceden, aunque eso suponga volver a poner sus intereses electorales por delante de los del país. En realidad, nada nuevo bajo el imperio de la gaviota.

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